sábado, 29 de mayo de 2010

Los 10000 del Soplao 2010



“¡Terminamos! ¡Lo conseguimos!” Esta expresión de mi amiga Isabel resume mejor que cualquier otra qeu son "Los 10000 del Soplao", una marcha-carrera donde se compite contra uno mismo, y donde solo algunos privilegiados llegan a rivalizar contra otros participantes. Sus 165 km de recorrido y más de 4.000 m de desnivel hacen de esta prueba un clásico del ciclismo de montaña español y, aunque anda por la IV edición, es ya una cita ineludible del calendario MTB. Realmente el camino recorre pistas cómodas, normalmente fáciles para rodar, pero que transcurren por un entorno natural privilegiado en el corazón de la montaña cántabra.

En Cabezón de Sal estuvimos más de 3000 bikers para tomar parte en la dura prueba. Las ediciones anteriores estuvieron caracterizadas por el tiempo inestable, la lluvia y el barro; sin embargo, este año hemos tenido como novedad la presencia de un compañero fiel e inseparable durante todo el día: el calor, la temperatura media fue de 27 ºC durante los 165 km de "infierno cántabro", como decían los de Cabezón.

Prácticamente todos nos levantamos a las seis de la mañana para poder llegar pronto a la salida. Algunos teníamos pensión en Cabezón, pero otros tuvieron que buscar alojamiento en lugares cercanos como Comillas, Santillana o Santander. A las siete y media ya estábamos la mayoría colocados en la estrecha calle de salida, tras haber puesto a punto la bicicleta el día anterior.

Diría Isabel más tarde tras la aventura: "La adrenalina me circulaba en la sangre y lo único que pensaba era en todos los consejos de Lorenzo (come cada hora, bebe cada 15 minutos, ¡tú puedes, campeona!), la descripción de Jesús que dos días antes me redactó casi milimétricamente... ¡gracias! no os hacéis idea de lo mucho que me sirvió, me preparó mentalmente para ello".

La descripción de la carrera es semejante a otras ediciones: la subida de La Cocina (el lugar más técnico), las cuestas del Soplao, el horrible Moral de la primera mitad, Cruz de Fuentes, Palomberas o la interminable subida al Moral de nuevo antes de llegar a meta, son un común denominador en cualquier relato de la ruta. Los detalles os los dejo en suspenso para que aquellos que no conocéis la prueba los añadáis el día que paséis por allí. Lo que probablemente ya no conoceréis es el calor extremo de los 37 ºC durante el mediodía; con el sol cayendo a plomo desde el cielo, cualquier sombra era un refugio imprescindible para recuperar momentáneamente. Esto ha sido excepcional, según decían los paisanos cántabros, a las ocho de la tarde aún soportábamos más de 26 ºC en meta.

De mis amigos que decir, Iván bajo de 9 horas, Ramón Peña entró en 10 horas, Toni en 11 horas, Calamar y yo hicimos 11 horas y cuarto; Isabel, Jorge y Juanjo en 14, Dalopo más o menos igual, Oscar Carmeno 16 horas (que voluntad). Toni estaba un poco decepcionado porque esperaba bajar de 10 horas, y sentía frustración por el tiempo dedicado a entrenar, bueno, yo tampoco lo hice mejor, pague mi desconocimiento de la ruta. Da igual, en estas cosas lo más importante es lo que nos llevamos a casa, que es lo que luego contaremos a nuestra gente, y que es el recuerdo que conservaremos siempre.

El domingo, Pablobike y un par de amigos (Peguero y Jose el cordobés) nos llevaron a un restaurante de Los Tojos, La Bolera creo, vaya carne más impresionante que nos comimos, y un pote cántabro y unos postres... uhmmm, solo por eso volvería otro año a la marcha ésta.

Mi recuerdo más gratificante es el público: los pueblos de paso de la marcha y las cunetas de pistas y carreteras estaban llenos de gente viendo la prueba y animando incasablemente, familias con sombrilla, silla y coca cola, esos cencerros de ganado sonando con agitación al paso de cada corredor, aquello parecía los Alpes en el Tour de Francia, pero los sufridos éramos simples aficionados, ¡qué emocionante!